El valor de nuestra naturaleza es inmenso, pero pocas veces nos percatamos de las miles de bondades que nos permiten llevar la vida como la conocemos.
Ha habido aquellos que tratan de prolongar la vida del planeta dándole su espacio y alejándola del ser humano, pero pocos han visto más allá. La verdadera apuesta para la longevidad de nuestro medio ambiente es que el hombre conviva en equilibrio con él.
Es por eso que Pomona residencial es un proyecto tan ambicioso, que busca sentar un precedente. Vivimos en un espacio privilegiado en el mundo, en el que un desierto, lleno de vida, abre sus brazos para convivir en armonía; pero hoy, nosotros somos quienes le abrimos los brazos al desierto.
Porque vivir en Pomona es involucrarnos con la abundancia de la naturaleza. Recorrer los caminos trazados en medio de un bosque desértico repleto de inmensos mezquites,
majestuosos paloverdes, torotes y muchas variedades de cactus que alegran tu vista, limpian tu ambiente y le dan más riqueza al suelo que pisas.
Pero estando en Pomona no eres un visitante, sino que te conviertes en un miembro más de la simbiosis tan especial que ahí se vive. La variedad de aves que compartirán tu hogar en el desierto van desde el fabuloso cardenal, las chureas o como comúnmente llamamos a los correcaminos, las águilas y halcones en varias de sus especies que protegen desde el cielo la zona; además de mariposas y otros animales endémicos de esta tierra.
Que maravilla es que estas especies tan bellas que la naturaleza nos regala puedan adornar tu paisaje y mantener un equilibro que los convierte en los vecinos perfectos.
Esa es nuestra manera de proteger al medio ambiente: adaptando un hábitat desértico para que coexistan sonorenses humanos, animales y vegetales; en un paraíso silencioso y saludable, donde el silencio es el sonido más preciado y la salud se alimenta de aire fresco, clima perfecto y una vista privilegiada.